martes, 6 de septiembre de 2011

Entrevista a Imma Sanchís

Si no es para la esperanza, no vale la pena escribir”

Ima Sanchís, periodista de La Vanguardia e impulsora del proyecto de La Contra, ha publicado también tres cuentos y un par de libros, uno de los cuales se titula El don de arder, y  tiene como protagonistas a un grupo de cincuenta y nueve valientes mujeres.
Su escritorio está abarrotado de libros, es una trabajadora incansable.  Lleva a cabo la gran tarea de dar a conocer las vivencias de personas que con su forma de vida están cambiando el mundo. Ella dice que haciendo su trabajo se siente como un artesano: “como diría García Márquez, camino a lomos de burro, voy despacito”. A mí me parece que no hay otro modo de hacer las cosas bien. Su trato amable fuera de lo habitual, y su visión del mundo la hacen aparecer ante mis ojos como una más del grupo de  mujeres sobre las que ha escrito.   

¿Cómo y cuando se dio cuenta de que quería ser periodista?
Me gustan los oficios, que son los de a base de estar, aprender.  Y escogí uno que me permitía jugar a ser muchas cosas.  Yo viajaba y hacía reportajes, vivía continuamente diferentes aventuras que me parecían todas ellas fantásticas. Este trabajo, lo compaginaba con un cargo importante de secretaria en la revista Elle. Al cabo de los años y a raíz de una crisis personal y también laboral, me di cuenta de que mi objetivo vital no era el de dirigir una revista femenina, y así es como puse toda mi energía  y capacidad en lo que yo sabía que me hacía sentir bien, salir a la calle y escribir reportajes de los que yo estaba acostumbrada a hacer, con tiempo, entusiasmo, dirección y sentido.

¿Cómo nació el proyecto de la Contra?
Llegó después de moverme y viajar mucho hacia fuera. Decidí que quería hacerlo hacia dentro del ser humano.  Leyendo muchas entrevistas observé que la gran mayoría de ellas podían reducirse a la mitad, dejando exclusivamente lo que me interesaba a mí como lector, a saber, cómo las personas organizan su vida práctica y cotidiana entorno a sus ideales, cómo resuelven sus inquietudes; y así nació la Contra, de preguntar lo que creo que es común a todos.

En las entrevistas de la Contra, no se retrata la cara miserable y desesperanzadora de la sociedad, sino el esfuerzo de auto superación de las personas.
Este es parte de uno de mis lemas, si no es para la esperanza, no vale la pena escribir.

¿Por qué decide hacer un libro en el que sólo aparezcan mujeres?
Decidí seleccionar entrevistas a mujeres que había hecho con anterioridad, y así me fui dando cuenta de que había una valentía y unos atributos propios femeninos, un modo de hacer, de sentir y de transmitir el saber que implicaban una manera diferente de enfocar el mundo.  Empecé a entender el por qué y de allí surgió todo un pensamiento y una estructura entorno a la mujer del siglo XX.

¿Y por qué lo tituló El don de arder?
Este libro está formado por mujeres de los cinco continentes, pero en la mayoría de ellos, por lo general, las mujeres no tienen la capacidad ni la posibilidad de decir lo que piensan o de hacer lo que quieren. Y entonces, estas mujeres que se sienten acorraladas, se ven obligadas a inventar nuevas formas de actuar y de comunicarse. El don de arder, hace referencia a la habilidad de quemar tus naves y salir victorioso de ello en la medida de lo posible. Estas mujeres, tan espectaculares y sorprendentes representan eso, la capacidad de usar ese don que todos llevamos dentro para hacer de tu vida algo que merezca la pena.

Una suerte de creatividad interna que puede ayudarnos a vencer obstáculos…
Sí. Hay casos muy claros de eso, como el de un ama de casa israelita muy valiente. Ella tuvo un hijo y se esforzó en educarlo para que fuera una buena persona. Un buen día, al cumplir los dieciocho años su hijo fue llamado para alistarse en el ejército y luchar contra los palestinos. Ella se dio cuenta de que regresaría a casa convertido en un criminal de guerra, y de que eso sería algo con lo que él tendría que vivir el resto de sus días. Y así es como fue de vecina en vecina contando su historia y constató que el suyo no era un sentimiento exclusivo,  sino que era más bien general, y entonces decidió ir a preguntarles su opinión a las mujeres palestinas. De este modo nació un poderosísimo movimiento de mujeres que no querían que sus hijos fuesen a la guerra. Se hacen llamar las “mujeres de negro”.

En su libro hay historias verdaderamente sorprendentes, como la de una chica que se encaramó a una secuoya gigante en protesta por la tala desproporcionada de bosques…
Sí, hace falta valor para subirse a un árbol y pasar allí dos años viviendo a la intemperie con temperaturas extremas, sufriendo las tormentas del Niño y la Niña, la fractura de ambos pies y para colmo, que intenten asesinarte…

Es común a todas las mujeres entrevistadas en su libro, el haber vivido situaciones que las han llevado a un límite. Y parece que, el superar esas situaciones, las ha convertido en seres mucho más compasivos y humanos.
En su lucha han encontrado otros valores, se les ha abierto la mente y el corazón. Aquí nos pasamos el día protegiéndonos de los demás y de lo demás. Cuando vives situaciones muy extremas, eso ya no tiene sentido. Te entregas a la vida y a la muerte, y acabas desarrollando sensibilidades que no conoces. Estas experiencias cuando son de largo recorrido, cambian la visión que uno tiene de sí mismo, del mundo, de la vida y de los demás.

Y como lectores, nosotros esperamos empaparnos de ese algo que habita en el interior de esas mujeres y que las hace capaces de sobreponerse al miedo de enfrentarse a las circunstancias más adversas…
Yo creo que en general las mujeres son bastante valientes. Tal vez porque han vivido menos volcadas al mundo social; sus reglas pertenecen más al mundo de lo privado, de lo emocional. Eso les ha dado una fuerza especial.

Y una capacidad de unirse y de comunicar…
Sí. Muchas son grandes comunicadoras. Me ha pasado con numerosas mujeres que he entrevistado el que, al escucharlas contar su historia, hemos acabado llorando todo el equipo con ellas. Tienen la capacidad de explicar sin reprimirse todo lo que han vivido,  a menudo, reconociendo sin vergüenza,  los errores que han cometido, o las ayudas que han necesitado. Es una forma de transmisión que te atrapa.

¿Es que las mujeres son seres más compasivos y amorosos que los hombres?
Hay una cierta educación emocional que el hombre no ha tenido y la mujer sí. Además, tal vez porque las mujeres tenemos la gran suerte de tener hijos podemos acercarnos de una manera más directa al amor incondicional e irracional, que forma también parte de la espiritualidad. Pero de todos modos, hoy en día hay hombres que demuestran tener  una gran sensibilidad y una actitud de  comprensión amorosa excepcionales. Si existe una distancia entre hombres y mujeres, tal vez se deba a los roles marcados que nos ha infundido un modelo de sociedad patriarcal, somos prisioneros de una jaula que hemos creado nosotros mismos, ya que tanto hombres como mujeres hemos transmitido a  nuestros hijos  los valores sexistas del patriarcado.

Pero ahora estos roles están cambiando…
Afortunadamente. La lucha por el reconocimiento le ha dado a la mujer una serie de valores que ahora están floreciendo. Pero también por eso, las mujeres del tercer mundo que van teniendo la posibilidad de depender de sí mismas, se están enfrentando a un problema similar al que se enfrentan, todavía hoy, algunas mujeres del primer mundo. El problema  de “la maté porque era mía”, ya que antes las mujeres eran propiedad de los hombres. Pero ahora, al hombre se le está retirando ese poder.

¿Puede ser que esa clase de hombres que viven con esta idea de dominación tengan un cierto temor a esta nueva mujer, tan valiente e independiente?
Exacto.    
                                                   
¿Y ve usted preparadas a las nuevas generaciones para afrontar todos estos retos?
Yo creo que vivimos en un mundo de ruido constante y eso es muy malo para el ser humano, para lo vivo en general. Nos lo dan todo pensado. El mundo se ha transformado en una especie de compra-venta de todo, en un centro comercial. Los niños crecen con la idea de una vida hecha de momentos publicitarios. Eso crea mucha confusión porque ya no sabes lo que en realidad necesitas. Vivimos totalmente alienados entre tanta información. Yo creo que la gente joven va a tener que hacer un gran esfuerzo para darse cuenta de esto y recuperar ese espacio para pensar. Creo que es necesario hacer silencio. 

No se nos educa para ser autónomos, sino para obedecer.
Yo tengo una hija pequeña y una vez me dijo: “mamá, no pases que el semáforo está rojo”, y yo le contesté que más importante que si está rojo o verde, es ver si existe el peligro de que te atropelle un coche.  Lo primero es observar y, lo segundo, decidir, y eso es lo que en este mundo no sucede.

Lo que no pasa por el filtro de la experiencia…
Hoy en día vivimos en un mundo de la hiperinformación, en el que te sientes presionado a tener una opinión formada de todo, y es común juzgar a terceras personas sin conocerlas o valorar situaciones que no hemos vivido. Las decisiones tienen que pasar por el estómago y la cabeza para darte cuenta de lo que haces. Así empiezas a ser libre.

¿Qué proyectos ocupan ahora su mente?
Ahora tengo un elenco de gente bastante amplio sobre el que me gustaría reflexionar y ponerme a escribir. Son gente de todo tipo, la mayoría gente normal excepcionales por su coraje personal. Gente que podrías ser tú y cuyas inquietudes son las tuyas. Quiero seguir indagando y sacar experiencias por ahí, porque hay mucho que contar. 

Entrevista y aportación al blog de Susana Molero

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