jueves, 6 de abril de 2017

O eliges tu actitud vital o te resignas

En la vida hay muchas cosas, elementos, situaciones, entornos, episodios que muchas veces no dependen de ti o al menos en los que no tienes el 100% el control sobre aquello que te ocurre o que tienes delante, solo hay al menos una cosa, repito una cosa que depende solo de ti mismo, “tu actitud”.

Como te posicionas delante de todos los acontecimientos de tu vida, sobre todo de aquellos dolorosos y tristes, marcaran tus decisiones y tus comportamientos, como te situas y como te vinculas, como lo sostienes y como asumes las dificultades.
Lo cierto es que las situaciones adversas van a estar en tu vida si o si, muchas veces en forma de dificultades o de problemas, de conflicto o de herida, de desagracia o de desdicha, de infortunio o de fatalidad, y puede ser que hasta alguna vez en forma de desastre o de calamidad o bien de drama o tragedia.

Al final depende de ti tu actitud, esta es la libertad que nadie ni nada te pueden quitar. Puedes adoptar actitudes en forma de quejas o lamentos, de excusas o justificaciones, de culpar o de juzgar. Todas ellas tienen algo en común, no te dejaran avanzar y te victimizaran. No te dejaran asumir, aceptar, transitar, elaborar y transformar, dando lugar a que se vuelva un proceso donde se pueda traducir a veces en un aprendizaje, otras en un significado con sentido y otras veces en formas de poderlo sostener de manera constructiva.

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Dejame que te explique una historia conmovedora, imaginate que asesinan a tu pareja en un acto sin sentido como és el terrorismo dejando a un niño de 17 meses huerfano de uno de los padres, bien esto le paso al periodista Antoine Leires que perdio a su mujer en el atentado en la sala Bataclan de Paris. Lo extraordinario es que lejos de reaccionar con odio o venganza como podría esperarse, eligio y decidio actuar de manera diferente, aquí teneis parte de la carta que publico a los asesinos de su mujer:

Ustedes no tendrán mi odio.

El viernes por la noche, ustedes robaron la vida de un ser humano excepcional, el amor de mi vida, la madre de mi hijo, pero no tendrán mi odio.No sé quiénes son y no quiero saberlo, son almas muertas. Si este Dios quienes ustedes matan indiscriminadamente nos creó a su imagen, cada bala en el cuerpo de mi esposa habrá sido una herida en su corazón.
Así que no. No les daré la satisfacción de odiarlos. Están pidiendo eso, pero responder odio con odio sería darles la misma ignorancia con la que están hechos. Quieren que tenga miedo, para ver a mis compatriotas con desconfianza, para sacrificar mi libertad por seguridad. Han perdido. Este jugador sigue jugando.
La vi a ella esta noche. Finalmente, después de muchas noches y días de esperar. Ella estaba tan hermosa como cuando salió de casa la noche del viernes, tan hermosa como cuando caí enamorado sin esperanza hace doce años. Por supuesto que estoy devastado de dolor, admito esta pequeña victoria, pero será efímera. Sé que nos acompañará cada día y eso nos encontrará a nosotros en este paraíso de almas libres al que ustedes nunca tendrán acceso.
Somos dos, mi hijo y yo, pero somos más fuertes que todos los ejércitos del mundo. No tengo más tiempo para dedicarles, tengo que unirme a Melvil, quien se está despertando de su siesta. Tiene apenas 17 meses. Comerá sus comidas como de costumbre y después jugaremos como siempre, y toda su vida este pequeño niño te amenazará sólo por ser feliz y libre. Porque no, no tendrás tampoco su odio".
No es tan importante el como, sino el “desde donde”, desde donde Antoine Leires se situa, le permite sostener de manera constructiva a una situación tan dura y poder avanzar .
Me gustaria acabar con un breve poema Invictus, escrito por el poeta inglés William Ernest Henley, este poema sirvió a Nelson Mandela de sustento mental durante los 27 años que estuvo encarcelado:

Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.

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