En la vida hay muchas
cosas, elementos, situaciones, entornos, episodios que muchas veces
no dependen de ti o al menos en los que no tienes el 100% el control
sobre aquello que te ocurre o que tienes delante, solo hay al menos
una cosa, repito una cosa que depende solo de ti mismo, “tu
actitud”.
Como te posicionas
delante de todos los acontecimientos de tu vida, sobre todo de
aquellos dolorosos y tristes, marcaran tus decisiones y tus
comportamientos, como te situas y como te vinculas, como lo sostienes
y como asumes las dificultades.
Lo cierto es que las
situaciones adversas van a estar en tu vida si o si, muchas veces en
forma de dificultades o de problemas, de conflicto o de herida, de
desagracia o de desdicha, de infortunio o de fatalidad, y puede ser
que hasta alguna vez en forma de desastre o de calamidad o bien de
drama o tragedia.
Al final depende de ti tu
actitud, esta es la libertad que nadie ni nada te pueden quitar.
Puedes adoptar actitudes en forma de quejas o lamentos, de excusas o
justificaciones, de culpar o de juzgar. Todas ellas tienen algo en
común, no te dejaran avanzar y te victimizaran. No te dejaran
asumir, aceptar, transitar, elaborar y transformar, dando lugar a que
se vuelva un proceso donde se pueda traducir a veces en un
aprendizaje, otras en un significado con sentido y otras veces en
formas de poderlo sostener de manera constructiva.
Dejame que te explique
una historia conmovedora, imaginate que asesinan a tu pareja en un
acto sin sentido como és el terrorismo dejando a un niño de 17
meses huerfano de uno de los padres, bien esto le paso al periodista
Antoine Leires que perdio a su mujer en el atentado en la sala
Bataclan de Paris. Lo extraordinario es que lejos de reaccionar con
odio o venganza como podría esperarse, eligio y decidio actuar de
manera diferente, aquí teneis parte de la carta que publico a los
asesinos de su mujer:
Ustedes no tendrán
mi odio.
El viernes por la noche, ustedes robaron la vida
de un ser humano excepcional, el amor de mi vida, la madre de mi
hijo, pero no tendrán mi odio.No sé quiénes son y no quiero
saberlo, son almas muertas. Si este Dios quienes ustedes matan
indiscriminadamente nos creó a su imagen, cada bala en el cuerpo de
mi esposa habrá sido una herida en su corazón.
Así que no. No les daré la satisfacción de odiarlos. Están
pidiendo eso, pero responder odio con odio sería darles la misma
ignorancia con la que están hechos. Quieren que tenga miedo, para
ver a mis compatriotas con desconfianza, para sacrificar mi libertad
por seguridad. Han perdido. Este jugador sigue jugando.La vi a ella esta noche. Finalmente, después de muchas noches y días de esperar. Ella estaba tan hermosa como cuando salió de casa la noche del viernes, tan hermosa como cuando caí enamorado sin esperanza hace doce años. Por supuesto que estoy devastado de dolor, admito esta pequeña victoria, pero será efímera. Sé que nos acompañará cada día y eso nos encontrará a nosotros en este paraíso de almas libres al que ustedes nunca tendrán acceso.
Somos dos, mi hijo y yo, pero somos más fuertes que todos los ejércitos del mundo. No tengo más tiempo para dedicarles, tengo que unirme a Melvil, quien se está despertando de su siesta. Tiene apenas 17 meses. Comerá sus comidas como de costumbre y después jugaremos como siempre, y toda su vida este pequeño niño te amenazará sólo por ser feliz y libre. Porque no, no tendrás tampoco su odio".
No es tan importante el
como, sino el “desde donde”, desde donde Antoine Leires se situa,
le permite sostener de manera constructiva a una situación tan dura
y poder avanzar .
Me gustaria acabar con un
breve poema Invictus, escrito por el poeta inglés William Ernest
Henley, este poema sirvió a Nelson Mandela de sustento mental
durante los 27 años que estuvo encarcelado:
Más
allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.