Hay dos fuerzas con las que
convivimos: la confianza i el temor, una nos hace crecer y la otra nos hace empequeñecer.
La confianza es un elemento catalizador, sinérgico e impulsora del propio
potencial, al contrario que el temor que nos inmoviliza, perpetua y nos hace más rígidos.
Puedes ver como un niño que crece en
un entorno de confianza, lo invita a probar y experimentar, de esta manera
genera recursos y desarrollan capacidades para la vida, lo contrario la falta
de amor y de seguridad (temor) que genera toda una serie de carencias. También
dentro de las relaciones ya sean dentro del ámbito de la intimidad como en la
pareja o en lo asociativo por ejemplo en un equipo de trabajo, el acto de creer
y de estar emocionalmente con el otro, cohesiona y crean vínculos fuertes, lo
contrario o la falta de ella, acaba con las relaciones ya sean en el ámbito de
la intimidad o de la asociación.
La autoconfianza o confianza personal
también tiene que ver con lo anterior, con creer, probar y experimentar, para
cultivarla. Con reconocer las fortalezas y aceptar las debilidades de uno mismo
o dicho de otra manera aceptar y valorar la persona que ya somos, y
mejorar o cambiar la forma de estar siendo, es decir aquellas conductas
o actitudes que nos limitan y no nos dejan crecer. Es el miedo una de las cosas
que puede ser más limitadoras, la cuestión es que el miedo, es una emoción
adaptativa y evolutiva que deja de serlo cuando lo alimentamos. Este se
alimenta de nuestros pensamientos y acciones, las dos se retroalimentan uno al
otro, asín que si haces aquello de lo que tienes miedo tu representación
interna cambia de igual manera que si cambias tu manera de pensar cambiaras tu
manera de hacer.
El miedo puede hacerse más grande o
nos puede hacer más grandes a nosotros, lo que es seguro es que uno de los dos
se hará más grande, dependerá de si nos enfrentamos a él o lo
evitamos, como alguien dijo “cuando miras a los ojos del miedo, se convierte en
una bella señora”.
Nos guste o no somos cocreadores de
nuestra realidad, la cuestión es? si cambiamos aquello que nos limita y vivimos
a la altura de nuestro potencial, o bien vivimos a la altura de nuestras
limitaciones, alimentándonos con justicaciones, excusas o quejándonos y
culpabilizando a los otros de los resultados que obtenemos en nuestra vida o de
la vida que tenemos.
Sobre la confianza, el temor y de que
nos alimentamos me recuerda un cuento, al cuento de los dos lobos, ya sabéis, los cuentos sirven para dormir a los pequeños
y despertar a los grandes:
En una noche estrellada, un abuelo
cherokee estaba enseñando a sus nietos sobre cómo debían orientar su vida,
sobre cómo cada uno de nosotros construye, poco a poco, qué tipo de persona es.
Les decía:
"Toda persona tiene siempre una
dura pelea en su interior. Una lucha que hay también dentro de mí. Un combate
terrible entre dos lobos.
Uno es temeroso, iracundo, gritón,
arrogante, falso, resentido, con ese victimismo que nos hace sentir lástima de
nosotros mismos y nos hace dejar de luchar. Ese lobo tiene miedo porque es
inseguro, y encubre ese miedo con agresividad, mintiendo y atacando a traición.
El otro es confiado, pacífico,
amoroso, sereno, humilde, generoso, compasivo, bondadoso, honesto, y tiene que luchar
constantemente para sobrevivir y esforzarse en cada momento para crear espacios
de paz, de libertad, de afecto, de comprensión.
Y esos dos lobos también están peleando dentro de
vosotros ¿no los notáis?",
concluyó el abuelo, mirándoles con atención. Los nietos se quedaron pensativos.
Empezaron luego a hacer preguntas. Eran pequeñas cuestiones que confirmaban esa
lucha interior que se produce ya desde la más tierna infancia en cualquier
persona, y que conviene ayudar a reconocer y valorar cuanto antes. Al final,
surgió la pregunta clave, la que, lógicamente, más inquietaba a los pequeños:
“Abuelo, es verdad que están los dos lobos dentro de nosotros, pero, al
final… ¿qué lobo ganará?”.
El anciano Cherokee simplemente les
respondió: "El que
alimentes".