Cuando
decimos que necesitamos desconectar, realmente a que nos estamos refiriendo,
más allá de si nos vamos de vacaciones o no, lo que queremos decir es que
queremos salir de la rutina (lo que sentimos y vivimos habitualmente) que nos hace
vivir un estado interno y lo que queremos realmente es cambiar este estado, lo
buscamos de diferentes maneras: viajando, buscando diversiones, nuevas
experiencias, etc., todo aquello que nos haga salir de la realidad que estamos
sumergidos y cambiar el ritmo de vida que llevamos.
Estos
dos elementos -la realidad cotidiana y
el ritmo de vida- de los que queremos desconectar son el kit de la cuestión, lo
curioso es que a veces pasa también paradójicamente vivimos en ella
desconectados de nosotros mismos, la pregunta es: no será que la necesidad no es
tanto desconectar de la rutina sino conectar con uno mismo y con lo que de
verdad uno quiere?, más allá de los cambios de aires necesarios para airearnos.
Si
nos paramos a mirarlo más de cerca , hemos cambiados los ritmos naturales por
ritmos artificiales, es decir hemos cambiado el tiempo que sirve en la elaboración de procesos
naturales (tiempos bilógicos internos) como por ejemplo podemos ver en la
cosecha, los ciclos naturales, etc., por el ritmo que viene marcado por un tiempo
numérico, cuantitativo y productivo procedente de la industrialización, en la
que viene reflejada por el dicho “el
tiempo es oro”, de hecho modificamos los ritmos naturales por los tiempos
productivos y su rentabilidad sin importar las consecuencias. A la vez esto
deriva en las urgencias y la rutina del día a día, el problema radica al
confundir: lo importante de lo urgente. La pregunta de rigor ahora seria como
discriminar y distinguir la una de la otra, ya que evidentemente para cada uno
de nosotros lo importante será diferente (ya que el valor y la importancia de
las cosas viene determinada, por lo que sentimos y pensamos de ellas), podremos
respondernos a la siguiente pregunta:
- Si supieras que te queda una semana de
vida, a que dedicarías tu tiempo y energía?, en la respuesta a la pregunta
surge lo importante para ti, -Cuantas cosas haces que te quiten tiempo para no
poder dedicarte a lo importante? esto te dará la respuesta a lo urgente. El
problema radica es que normalmente las urgencias no nos dejan vivir y ver lo
importante, sobre esto me gustaría explicarte un cuento:
EL LEÑADOR Y EL HACHA
"Había una vez un leñador que se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno, y las condiciones de trabajo, mejores aún, así que el leñador se propuso hacer un buen papel.
El primer día se presentó al capataz, que le dio un hacha y le asignó una
zona del bosque. El hombre, entusiasmado, salió al bosque a talar. En un solo
día cortó dieciocho árboles.
–Te felicito, sigue así –dijo el capataz.
Animado por estas palabras, el leñador se decidió a mejorar su propio trabajo
al día siguiente. Así que esa noche se acostó temprano.
A la mañana siguiente se levantó antes que nadie y se fue al bosque. A
pesar de todo su empeño, no consiguió cortar más de quince árboles.
–Debo de estar cansado –pensó. Y decidió acostarse con la puesta del sol.
Al amanecer se levantó decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin
embargo, ese día no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete, luego
cinco, y el último día estuvo toda la tarde tratando de talar su segundo árbol.
Inquieto por lo que diría el capataz, el leñador fue a contarle lo que le
estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se estaba esforzando hasta los
límites del desfallecimiento. El capataz le preguntó:
–¿Cuándo afilaste tu hacha por última vez?
–¿Afilar? No he tenido tiempo para afilar: he estado demasiado ocupado
talando árboles”.
Quizá
el problema radica en que no generamos los suficientes espacios de descanso en
nuestra inercia de vida, para escucharnos y no continuar en un sinsentido, equilibrar lo importante de lo urgente, para llevar una buena ecología
de vida.